INTERNATIONAL ALLIANCE OF WASTE PICKERS

The International Alliance of Waste Pickers is a union of waste picker organizations representing more than 460,000 workers across 34 countries
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September 09, 2010


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La Conferencia de Bonn (2-6 de agosto de 2010) empezó de manera bastante desconcertante: a pesar de que la actualidad mundial rebosa ejemplos claros de alteraciones en el clima -Rusia arde, Pakistán se inunda y 17 países han registrado ya las temperaturas más altas del último siglo-, Bonn III anunciaba ser una conferencia de agenda humilde y bajas expectativas: es agosto, tiempo de vacaciones en Occidente, el proceso de la CMUNCCC está dividido y padece de débiles consensos… parece que no hay ninguna prisa en resolver las diferencias y tomar medidas serias sobre algo llamado cambio climático.

A lo largo de la semana se han esclarecido algunas cuestiones a las que iremos dando seguimiento en los próximos meses, especialmente ante la cuenta atrás de China y Cancún. Aquí va una primera entrega.

Compromisos que reducen las emisiones… o ¿que las aumentan?
Desde que el Acuerdo de Copenhague (AC) solo requiere reducciones de emisiones voluntarias entre los países firmantes, la cuestión de cuánto se van a reducir finalmente las emisiones está bajo un gran interrogante. El hecho de que EEUU no haya sido capaz de aprobar una legislación federal que ponga un límite a sus emisiones de GEI el pasado mes de julio ha significado un grave paso atrás en las negociaciones y ha debilitado todo el proceso: los países industrializados se muestran ahora más reticentes en asumir compromisos para reducir sus emisiones, lo cual plantea si la CMUNCC va a resultar en logros concretos o si debemos invertir nuestra energía en otros espacios.
En medio de este retroceso general, el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo y Third World Network presentaron en Bonn un estudio en el que muestran que las reducciones prometidas hasta la fecha por los países que han firmado el AC no serían efectivas, sino gravemente contraproducentes. Puesto que la metodología actual para contabilizar las emisiones no tiene en cuenta los créditos de carbono generados por la conservación de la tierra y los bosques, los créditos generados a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), los créditos excedentes acumulados por la antigua Unión Soviética, ni las emisiones del transporte aéreo y naval, al final las reducciones prometidas no representan menos emisiones “reales”, sino un aumento del 6%.
En conclusión, las dichas reducciones prometidas no pueden ni alcanzar el fin planteado en el AC de mantener las temperaturas por debajo de los 2ºC en relación a los niveles de 1990, lo cuál, por cierto, ha sido ya contestado por varios países como totalmente insuficiente para evitar una catástrofe climática.

Una respuesta alternativa que tira de la cuerda.
Un discurso alternativo que va tomando forma y que fue presentado en Bonn por Pablo Solón, el embajador de Bolívia en la ONU, plantea que si queremos mantener el aumento de temperaturas bajo 1.5ºC , disponemos de espacio atmosférico para 420 gigatoneladas de CO2 en los próximos 40 años. Ahora bien, ¿cómo y quién “ocupa” este espacio? Al ritmo de consumo de los países ricos, se lo habrán comido en 10 años, de manera que hay que garantizar una distribución equitativa del espacio atmosférico, tomando en cuenta la deuda climática de emisiones de los países desarrollados para los países en desarrollo.
Esta es una de las demandas que la delegación de Bolivia pudo incluir en el texto bajo negociación en Bonn y que se gestaron en la conferencia de Cochabamba; además, se ha pedido reducir las emisiones de GEI en un 50 % en un nuevo acuerdo, estabilizar el incremento de la temperatura a 1º C y 300 ppm de CO2 en la atmósfera, constituir un Tribunal Internacional de Justicia Climática, y rechazar nuevos mecanismos de mercado de carbono, entre otras (Eduardo envió la nota de prensa de Bolivia hace unos días a la lista).

Como era de esperar, la respuesta de EEUU y la UE ha sido bastante crítica con Bolivia, arguyendo que son demandas poco realistas y que solo van a ralentizar las negociaciones. De alguna forma, los países industrializados culpan las propuestas más atrevidas por la falta de avances, cuando en realidad, como dice Solon, y teniendo en cuenta la magnitud del problema, no se puede pedir menos.
Es posible que éste sea un primer paso de los países en desarrollo para clarificar sus demandas y fortalecer sus posiciones en un intento de mantener la validez y el sentido de un posible Kioto 2. Está por ver si el Sur Global consigue avanzar una posición sólida que permita mantener el rechazo al AC y recuperar la relevancia del proceso CMUNCC. Pero también es verdad que a día de hoy los desacuerdos en el seno de la CMUNCC son enormes y que queda un largo camino hasta llegar a un consenso satisfactorio. Entre las inclusiones al texto de unos y otros países, en Bonn el texto de negociación aumentó 40 páginas y aunque se hayan replanteado algunas cuestiones en términos justos pero ambiciosos, está claro que esta discusión necesitará más tiempo del que tenemos antes de Cancún.

¿Ayudas económicas? Sin efectos secundarios, por favor.
Otros acontecimientos en la dimensión financiera pueden ser relevantes en el curso de las negociaciones hacia Cancún.
Un punto importante es el papel que jugará el Grupo Asesor de Alto Nivel en materia de Financiación para el Cambio Climático (High-level Advisory Group on Climate Change Financing), establecido por el AC y la Secretaría General Ban Ki-Moon de la ONU el pasado marzo y que se espera publique su informe final sobre las posibilidades de financiación a finales de octubre, justo entre la Conferencia de China y el COP de Cancún. Las conclusiones o recomendaciones del informe (previsiblemente de tendencia conservadora), serán una respuesta a los debates sobre finanzas que se han dado hasta el momento y puede tener un fuerte impacto en Cancún.
En este sentido, cabe mencionar que en el debate general entorno al “Climate Fund” ya no se discute la necesidad de un nuevo fondo de financiación, lo cual ya está acordado, y que por ahora las discusiones giran entorno su arquitectura institucional y sus fondos; ¿qué papel tendría el COP, el Banco Mundial, o las instituciones nacionales? Los países en desarrollo han dejado claro que las cantidades prometidas hasta ahora son insuficientes y que habrá que discutir qué cantidad proviene de nuevos presupuestos (no incluidos anteriormente en otros presupuestos de ayuda al desarrollo), cuánto son subvenciones o préstamos, y cuáles son los requisitos de acceso, para que recibir estas ayudas no acabe siendo sino un beneficio económico para los países ricos. Por ahora, el dinero todavía no está encima de la mesa.
A pesar de que la lentitud de estas conversaciones sea un problema del proceso en si mismo, también es verdad que ello nos da tiempo para preparar un discurso de demandas claras. En este sentido, es mi intención preparar un documento de trabajo con más detalle en el que se expliquen las claves de este debate.
Lo que sí se ha mencionado en Bonn es el futuro del MDL. Como Neil explicaba en el post anterior, el MDL atraviesa una pequeña crisis. Además de lo que planteaba ese post, la continuación del MDL ha sido puesta en duda, ya que en la ausencia de un Kyoto 2 no habría obligación de reducciones, ni necesidad de comprar créditos de carbono. Más aún, los proyectos que hoy día generan créditos de carbono de MDL (llamados CERs) no tendrían un marco legal para certificar esos créditos como tales. Se podría dar un vacío legal y de demanda a la vez.
A pesar de esta pequeña crisis, el mercado de carbono es demasiado suculento para renunciar a sus beneficios. Al menos esto es lo que piensa la UE, que se mantiene comprometida a reducir sus emisiones en un 8% hasta el 2020 y que cuyo mercado de carbono interno (el EU ETS) es el mayor cliente de créditos de carbono generados por el MDL. En otras palabras, es posible que el MDL cambie de formato si la institución pierde relevancia en el marco de la ONU, pero el mercado de carbono promete nuevas temporadas. Sigan atentos a la pantalla.

China, Cancún…¿qué oportunidades nos ofrecen?
China es sin duda un país con un rol destacado en la CMUNCC: por un lado es el primer emisor mundial de GEI desde 2007 por delante de EEUU sin estar sujeto a obligaciones de reducciones de emisiones y alberga una gran parte de los proyectos MDL, a la vez que forma parte de la alianza BASIC juntamente con Sudáfrica, Brasil e India.
Por estos motivos, la conferencia de China puede acaparar una buena dosis de atención mundial, sin ser una conferencia tan masiva como habitualmente es el COP. En realidad, China ofrece una oportunidad interesante de incidencia en las negociaciones y para hacer escuchar las voces de l@s reciclador@s en eventos paralelos, especialmente teniendo en cuenta que en Cancún será un mayor reto en este sentido: en Bonn, México hizo una presentación de la logística que se prevé en Cancún y han especificado que la conferencia se celebrará en dos edificios comunicados pero separados (a 6 Km de distancia), uno para las negociaciones y otro para la sociedad civil y los eventos paralelos, lo cuál puede hacer las negociaciones más inaccesibles. Ante esta situación, Cancún no deja de ser un espacio interesante para visibilizar las acciones de l@s reciclador@s en la CMUNCC, pero debemos buscar más espacios de participación con otros movimientos sociales, ya sea en el Climate Change Village (espacio de talleres y conferencias para ONG’s no acreditadas coordinado por el gobierno mexicano) o ya sea con otras redes activistas que se encuentren en Cancún. Es especialmente interesante que La Vía Campesina esté organizando un campamento alternativo donde se nos invita a participar en seminarios, protestas y foros donde se escuchen nuestras soluciones para evitar una catástrofe climática.
En los dos casos, China y Cancún son oportunidades para conocer otros grupos activistas en materia de residuos que puedan estar trabajando o en contacto con reciclador@s a nivel local y con los que extender nuestras redes.
TRANSLATION INTO ENGLISH by Sofia

BONN III: CHRONICLE OF AN IMPASSE

The Bonn Conference (2-6 August 2010) began in a very puzzling way: although clear examples of climate change overflow current times –Russia is burning, Pakistan is flooded and 17 countries have already registered the highest temperatures in the last century – Bonn IIIannounced a conference with a humble agenda and low expectations: it’s August, vacation time in the West, the process of the UNFCCC isdivided and suffers from weak consensus… there seems no hurry to resolve differences or take serious measures on something called climate change.
Throughout the week some issues that we will be following up on the coming months have been clarified, especially in the countdown to China and Cancun. Here is a first release.

Commitments that reduce emissions… or increase them?

Since the Copenhagen Accord (CA) only requires voluntary emission reductions between the signatory countries, the question of how muchemissions will be eventually reduced remains. The fact that the U.S. has not been able to pass Federal legislation to put a cap on their GHG emissions since last July means a serious setback in the negotiations and has weakened the entire process: the industrialized countries are now more reluctant to make commitments to reduce their emissions, which raises the question of whether the UNFCCC will result in concrete achievements or whether we should invest our energy in other areas.

Amid this general regression, the Institute of the Stockholm Environment and Third World Network presented a study in Bonn showing that the promised reductions to date by the countries that have signed the CA would not be effective, but severely counterproductive. Since the current methodology for counting emissions does not take into account the carbon credits generated by land and forest conservation, the credits generated through the Clean Development Mechanism (CDM), the credit surpluses accumulated by the former Union Soviet, nor theemissions of air and naval transportation, in the end the promised cuts do not represent less “real” emissions, but an increase of 6%.

In conclusion, these promised reductions can not attain the objective proposed in the CA of keeping temperatures below 2º C in relation tothe 1990 levels, which, incidentally, has already been contested by several countries as totally inadequate for avoiding a climate catastrophe.

 

An alternative response pulling the rope [exerting pressure].

An alternative discourse that is taking shape and that was presented in Bonn by Pablo Solon, Bolivia’s ambassador to the UN, argues that ifwe want to keep rising temperatures below 1.5º C, we have an atmospheric space available for 420 gigatons of CO2 in the next 40 years. Now, how and who “takes” this space? At the rate of consumption in rich countries, it would be eaten in 10 years, so an equitable distribution of atmospheric space should be ensured, taking into account the climate debt of emissions from developed countries to developing countries.

This is one of the demands that the delegation of Bolivia was able to include in the text under negotiation in Bonn and which was brewing atthe conference in Cochabamba; also, in a new agreement it has been asked to reduce GHG emissions by 50% to stabilize the temperatureincrease to 1º C and 300 ppm of CO2 in the atmosphere, to establish an International Court of Climate Justice, and to reject new mechanismsfor carbon market, among others.

As expected, the response of the U.S. and the EU has been quite critical of Bolivia, arguing that demands are unrealistic and that will only slow down the negotiations. Somehow, the industrialized countries blame the most audacious proposals for lack of progress, when in reality, as Solon says, and taking into account the magnitude of the problem, you cannot ask for less.

It is possible that this is a first step for developing countries to clarify their demands and to strengthen their positions in an attempt to maintain the validity and meaning of a possible Kyoto 2. It remains to be seen whether the Global South gets to advance a strong position to maintain the rejection of the CA and restore the relevance of the UNFCCC process. But it is also true that today’s disagreements within the UNFCCC are huge and have a long way to go before it reaches a satisfactory consensus. Among the additions to the text from somecountries, the negotiating text in Bonn increased 40 pages and although some issues have been restated on fair but ambitious terms, it is clear that this discussion will need more time than we have before Cancun.

Financial help? With no side effects, please.

Other events in the financial sphere may be relevant in the course of negotiations towards Cancun.

An important point is the role that the High-level Advisory Group will play on Climate Change Financing, established by the CA and theSecretary-General Ban Ki-Moon of the UN last March and is expected to publish its final report on funding options at the end of October, just between the Conference in China and the COP in Cancun. The conclusions and recommendations of the report (presumably conservative) will be a response to the debates on finance that have occurred so far and may have a strong impact in Cancun.

In this sense, it is noteworthy that in the general debate around a “Climate Fund” the need for a new funding instrument is no longerdiscussed, which has already been agreed, and for now the discussions revolve around its institutional architecture and its funds; what rolewould the COP, the World Bank or national institutions have?

Developing countries have made it clear that the pledges made so far are insufficient and will have to discuss what amount will come fromnew budgets (not previously included in other budgets for development aid), how many are grants or loans, and what are the requirements foraccess, so that to receive such aid does not end up being only an economic benefit to the rich countries. For now, money is still on thetable.

Despite the slow pace of these talks, a problem in the process itself, it is also true it gives us time to prepare language for clear demands. We will be working on that in the coming weeks.

What has been mentioned in Bonn is the future of the CDM. As Neil explained in a previous post, the CDM is going through a small crisis. In addition to what was raised in the post, the continuation of the CDM has been questioned, since in the absence of a Kyoto 2 there would be no obligation for reductions, or the need to buy carbon credits. Moreover, today’s projects generating carbon credits from CDM (called CERs) would not have a legal framework to certify those claims as such. It could provide a loophole and a demand at the same time.

Despite this small crisis, the carbon market is too profitable to give up its benefits. At least this is what the EU thinks, which remainscommitted to reducing its emissions by 8% until 2020 and whose
internal carbon market (the EU ETS) is the largest customer of carbon credits generated by the CDM. In other words, the CDM may change the format if the institution loses relevance in the context of the UN, but the carbon market promises new episodes. Stay tuned.

China, Cancun… what opportunities do they offer?
China is undoubtedly a country with a prominent role in the UNFCCC: on the one hand it is the world’s top emitter of greenhouse gases since2007 ahead of U.S. without being subject to obligations of emission reductions, and shelters a large number of CDM projects, it is also part of the BASIC alliance together with South Africa, Brazil and India.

For these reasons, the conference in China can capture a good deal of the world’s attention, without being a massive conference as is usually the case with the COP. In fact, China offers an interesting opportunity to impact the negotiations and to raise the voice of waste picker’s in side events, especially taking into account that Cancun will be a greater challenge in this regard: in Bonn, Mexico made a presentation about the logistics that are expected in Cancun and have specified that the conference will be held in two connected but separate buildings (6 km away), one for negotiations and one for civil society and parallel events, which might make the negotiations more
inaccessible.

Given this situation, Cancun continues to be an interesting space to visualize the actions of the waste pickers in the UNFCCC, but we should seek more opportunities for participation with other social movements, whether in the Climate Change Village (workshop space andconferences for non-accredited NGOs coordinated by the Mexican government) or in other networks of activists in Cancun. It is particularly interesting that the Via Campesina [Rural Platform] is organizing an alternative campsite where we are invited to participate in seminars, demonstrations and forums where our solutions to mitigate a climate catastrophe can be heard.

In both cases, China and Cancun are opportunities to meet other groups of activist working on issues of waste who might be in contact withlocal waste pickers and with whom we can extend our networks.